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Los dictadores tienen una visión moldeable del ser humano, ven a la persona como una pieza de barro a la que darle forma y se excitan con ensoñaciones de futuras sociedades compuestas con nuevos ciudadanos confeccionados a su imagen y semejanza. Personas que deben adquirir “por cojones” los ideales de la nueva sociedad.
Es la construcción del "nuevo hombre" que se inventó el pasado siglo, llevándose por delante a millones de seres humanos.
Algunos gobernantes suelen esconder sus decisiones tras un manto "democrático", como si el ganar unas elecciones significara impunidad para pisotear derechos y despojar propiedades, premiando a los amigos y castigando a los enemigos. Además, con gran descaro manipulan, modifican o suspenden principios constitucionales que les resultan inconvenientes. Así, vemos que las constituciones en algunas partes del mundo lejos de proteger la libertad ciudadana del abuso de los poderosos son más bien interminables listas de derechos inventados para lograr apoyo popular, lo cual da carta blanca a los gobernantes para planificar la economía en beneficio propio y de los sectores que los apoyan, mientras aplastan o arruinan a sus enemigos ideológicos.
Así vemos que gobiernos opresores muchas veces son el resultado de elecciones democráticas y una democracia opresora no resulta menos abusiva que una dictadura, sólo que su despotismo suele ser menos visible.
Podríamos preguntarnos lo siguiente ¿Garantiza la democracia la libertad?.
Después de lo que he expuesto deberíamos reflexionar bastante, pero opino con rotundidad que la libertad debe ser siempre el eje principal de cualquier sistema político.
Es la construcción del "nuevo hombre" que se inventó el pasado siglo, llevándose por delante a millones de seres humanos.
Algunos gobernantes suelen esconder sus decisiones tras un manto "democrático", como si el ganar unas elecciones significara impunidad para pisotear derechos y despojar propiedades, premiando a los amigos y castigando a los enemigos. Además, con gran descaro manipulan, modifican o suspenden principios constitucionales que les resultan inconvenientes. Así, vemos que las constituciones en algunas partes del mundo lejos de proteger la libertad ciudadana del abuso de los poderosos son más bien interminables listas de derechos inventados para lograr apoyo popular, lo cual da carta blanca a los gobernantes para planificar la economía en beneficio propio y de los sectores que los apoyan, mientras aplastan o arruinan a sus enemigos ideológicos.
Así vemos que gobiernos opresores muchas veces son el resultado de elecciones democráticas y una democracia opresora no resulta menos abusiva que una dictadura, sólo que su despotismo suele ser menos visible.
Podríamos preguntarnos lo siguiente ¿Garantiza la democracia la libertad?.
Después de lo que he expuesto deberíamos reflexionar bastante, pero opino con rotundidad que la libertad debe ser siempre el eje principal de cualquier sistema político.
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